Soy ese tipo que llegó al pueblo, se sentó bajo un árbol, reunió una multitud a su alrededor y tocó algunas melodías; la gente echó algo de dinero en su sombrero y él se fue al siguiente pueblo. Ese soy yo y eso es lo que hago para vivir.
No hay nada más aventado que un hombre sobre un escenario, armado con su voz y una guitarra, cantando a todo pulmón las canciones que ha escrito.
Analicen a The Verve: escribí una canción en el primer álbum y dos en el segundo, mientras que el tercero, Urban Hymns, como muchos fans saben, fue prácticamente mi primer álbum solista. Esas canciones son sus canciones, ustedes son dueños de ellas, tal como lo hace Noel [Gallagher] cada vez que sale al escenario para cantar las canciones de Oasis. Son parte de la materia prima de tu alma.
Puedo ver un gran linaje en mis canciones, puedo ver como todas se relacionan entre sí. Puedo cantar «History» o «On Your Own» en un momento y justo después «Break the Night with Colour» o «Songs For the Lovers», antes de darme una vuelta por Urban Hymns para interpretar «Lucky Man».
La última reunión de The Verve se dio como resultado de un ensayo. Nick [McCabe, guitarrista] estaba probando un sonido más potente con su guitarra y eso influyó en los demás para escribir nuevas canciones. Pero ese nuevo álbum nunca iba a ser otro Urban Hymns.
El verdadero dolor o una enfermedad… eso es lo que termina con las bandas y hace que se detengan las giras, es la realidad. Así que no señalemos al dolor, las enfermedades y los problemas como insignificantes y las vendamos como música o actitud nihilista.
Las experiencias reales nunca suceden como te las imaginabas. Mi carrera como solista nunca será como la de James Blunt o cualquier persona de ese tipo. Yo soy auténtico.
Tres personas me han contado que sonó «Lucky Man» en el funeral de un amigo. Me asombra: muchas de mis canciones han sido tocadas en funerales, pero ¿»Lucky Man»? No sé, ¿acaso el que murió era un hombre con suerte? Por otro lado, si era su canción favorita, entonces adelante.
En los últimos dos años he emprendido mi propio viaje, sin preocuparme demasiado si a la gente le ha gustado o no. Hay una parte de lo que hago que encuentro muy natural, como tratar de evitar componer una canción clásica. Pero luego quiero regresar a ese punto. Y porque lo encuentro tan natural casi tengo que disciplinarme para hacerlo. Es una contradicción extraña, pero es una constante en mi vida.
Tengo una conexión directa con la clase trabajadora de Gran Bretaña. Adoran varias de las canciones que he escrito y sé que lo harán por el resto de sus vidas. Y son personas que no leen las críticas del NME [New Musical Express], les importa un comino. Pero ahí es donde te das cuenta de lo fuerte que son las canciones, cuando la gente las utiliza como válvulas de escape en sus vidas para dejar salir un poco de sus múltiples emociones.
Estoy disfrutando mi camino. He logrado colocarme en un punto donde sé que no me van a guardar en una caja durante 20 o 30 años. Ya no tengo que preocuparme por todo eso y puedo enfocarme en lo que quiera. Aunque ahora debo trabajar en mi disciplina, en hacer lo que realmente tengo que hacer y no solamente lo que me da la gana. Debo hacer aquello para lo que nací, comunicarme con palabras y música. Por un lado parece algo sencillo pero, por el otro, es una actividad que requiere mucha profundidad y puede resultar demasiado complaciente.
Si estuviera en una galería ahora, habrían cientos de cosas a mi alrededor: en mi mente, en una computadora, en una cinta de grabación. Tengo pedacitos y sobras de canciones, algunas de ellas completas. Lo que hago, esta cosa de componer canciones, no es fácil… bueno, es fácil, pero lo que no es fácil es disciplinarme en mi sótano durante ocho horas todos los días.
Cuando escribía Urban Hymns, mis manos se elevaban involuntariamente a mis costados al escuchar los playbacks de «Sonnet» y «Lucky Man» en unas enormes bocinas. Era como escuchar música gospel moderna, sin ser gospel; es blues, country, soul… Y quiero reconectarme con eso y con mucha gente. Algunas cosas te llegan rápido mientras estás escribiendo y no puedes ni opinar al respecto. «Bittersweet Symphony» se escribió sola. Siempre me pasa eso y siempre lo sé. La melodía siempre regresa a mi mente y solo pienso, ¡así debía ser!
5 datos clave del Urban Hymns
No. 001: El disco fue producto del reencuentro de Richard Ashcroft con el guitarrista Nick McCabe, quienes se habían separado meses antes.
No. 002: Tarda 12 segundos en empezar «Bitter Sweet Symphony». Siempre quisieron que esta canción fuera la primera del disco.
No. 003: Fue declarado el Mejor Álbum local en los Brit Awards de 1998.
No. 004: La foto de portada fue tomada en Richmond Park, en Londres.
No. 005: El disco produjo en total cuatro sencillos para la banda.